(Matilde Escobar Posada)
“No se tuvo en cuenta para nada, porque estaba
Dominada por la caridad, la dulzura y un celo apostólico desbordante”
Su profunda experiencia de Dios encendía en las hermanas la pasión por Cristo y la humanidad, animándolas y acompañándolas en su proceso de formación humano cristiano, tolerando las diferencias de cada una, con su testimonio de vida, oración y fraternidad.
A pesar de ser la más joven del grupo asumió desde el inicio la responsabilidad y valentía de coordinar las casas, poseía un gran celo misionero, prudente, humilde, mortificada, delicada, dulce de carácter y ejemplar en la abnegación de encendido amor a Dios y a los Indígenas.
Era una mujer de ternura, delicadeza, condescendencia y amabilidad con las hermanas.
En su servicio de gobierno como Madre General dejó huellas significativas por su caridad, silencio y su sonrisa siempre a flor de labios, inspiraba confianza en las hermanas, cercanía, apertura, acogida, sencillez, capacidad de perdón y escucha.
Algunos testimonios de las hermanas afirman haber descubierto en ella su profunda relación con Dios la cual transmitía en su semblante sereno y en sus relaciones fraternas hasta poder llegar a decir que era Dios el que vivía en ella.
Gran apóstol y comunicadora de la fe, en su afán por darlo a conocer no escatimó esfuerzos para realizar las visitas a domicilio en los suburbios de la ciudad, al compartir con las familias las llevaba a un verdadero encuentro con Dios y un amor a Marías, que producía en ellos un cambio de vida.
Cuidaba de los enfermos les administraba los sacramentos, atendía a los niños en la catequesis, acompañaba, orientaba a las prostitutas y aconsejaba a los matrimonios en crisis, estaba impulsada por la caridad y un celo desbordante, era una madre para todas especialmente para las religiosas jóvenes quienes encontraban en ella consuela y esperanza.
La Madre San José era una mujer delicada y responsable, tenía un en su proyecto, el cual la guiaba y su fidelidad al seguimiento de Jesús Sediento, esto lo constatamos cuando nos comenta en algunos de sus propósitos hechos en los ejercicios espirituales de diciembre de 1908.
• Abandono total en las manos de Dios.
• No hablar jamás de los defectos de otros, ni admitir el que se hable.
• Recibir todos los desprecios, humillaciones con gusto.
• Cada día en la mañana pensar en el valor del tiempo y poner todos los medios para aprovecharlo bien.
Vivió siempre en fidelidad a Dios conservando un profundo respeto por la Madre Laura y las hermanas, con un amor intenso a la Congregación, su ejemplo y presencia fue un testimonio de vida “era un lago en calma y su corazón una hoguera de amor a Dios”
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