(Ana Josefa Saldarriaga Jaramillo)
“Nunca
le quitaré la palabra dada a Dios,
Seguiré
en mi apostolado hasta la muerte”
Para ella las durezas de la vida
misioneras, la privaciones, sacrificios y la pobreza no fue fácil , en muchos
momentos se sintió angustiada e interpelada creyendo que este estilo de vida no era para ella.
Pero es interesante
descubrir en el proceso vocacional que la Madre Laura le ayudó hacer un discernimiento de su
vocación, para que poco a poco fuese reconociendo y asumiendo sus limitaciones
personales y así pudiese responder desde de una manera serena, tranquila y con
confianza en Dios al llamado que él le hacía. Hasta llegar afirmar. “Mi
vocación es firme, nunca le quitaré la palabra dada a Dios, seguiré en mi apostolado hasta la
muerte”
La Madre Santísimo se desempeñó con gran
dedicación en todos los servicios que le pedían: como cocinera, maestra,
costurera, enfermera y aquí hay que resaltar su conocimiento en todo lo
referente a medicinas naturales.
La Madre Laura le encargó misiones
distantes y difíciles, como el Sarare, Turbo, Vaupés, el Cauca y luego en el
Ecuador.
Gran
amor a Dios, prudencia, bondad, pobreza, paciencia y mortificación, amante al
Santísimo, pasaba horas de adoración
Para
la Madre Laura la pobreza es un
llamamiento especial de Dios que la prepara para la misión, comprendía que el
despojo total debía ser interior y exterior, por eso al entrevistarse con la señorita Ana Josefa
Saldarriaga Jaramillo, y otras candidatas
las confrontaba con rigor a las
mayores exigencias: con las cuales se
encontraría en la obra que se iniciaba a favor de los Indígenas.
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