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16/1/14


LAS CONSTITUCIONES SON PARA LAS RELIGIOSA LAURITAS

AUTÉNTICO CAMINO DE EVANGELIO

 

“El amor Cristiano tiene siempre

La característica de ser Concreto. Por tanto es un amor

Que está más en las obras, que las palabras,

y más en el dar que  en el recibir”  (Papa francisco)


Con alegría continuamos viviendo esta  experiencia  comunitaria  de renovación en el espíritu, para fortalecer nuestro ser y quehacer misionero como mujeres Consagradas Lauritas.

En ambiente, creativo y dinámico, hemos  confrontado  nuestra vida personal, comunitaria y Congregacional a la luz de las Constituciones,  desde el proceso de Revitalización - Reestructuración que estamos viviendo.

La invitación que se nos planteó  fue desde una mirada orante, crítica reflexiva y universal como medio para fortalecer nuestra Consagración religiosa como repuesta al llamado de Dios que nos invita a vivir en disponibilidad y apertura a los nuevos desafíos. 

Las Constituciones son la  expresión estable de un carisma, la forma original de seguir  a Jesucristo, destacando una dimensión de su misterio;

• La carta de identidad de un instituto en la Iglesia; el proyecto evangélico de vida de un instituto, la traducción del Evangelio en clave de Congregación;


• La expresión de un credo, de una fe vocacional común; el libro básico de la espiritualidad congregacional (rasgos y actitudes que crean un “estilo de vida” o un modo peculiar de ser y de hacer).

Esta experiencia  se desarrolló  partiendo desde nuestra historia personal,   lo que dio  pautas para entrar en el proceso histórico de las Constituciones que ha vivido la Congregación desde el año 1914 hasta 1988. Lo que nos revela que siempre hemos vivido en proceso de renovación de reestructuración.

En la elaboración de las primeras Constituciones la Madre Laura, fue muy original, son unas Constituciones elaboradas a partir de la experiencia cotidiana. Después, con el paso del tiempo, las Constituciones fueron experimentando modificaciones, siempre a instancias de las orientaciones de la Iglesia y según la realidad de los pueblos que acompañamos en cada tiempo.

Resaltar que a lo largo de la historia de las Constituciones muchas cosas se han modificado, pero el  fin mediato fue, es y seguirá siendo el mismo: Que Dios sea conocido y amado de todos, su mayor Gloria y la propia santificación, como inmediato la salvación de las almas y mejoramiento de su suerte en general. Así no los señala la Madre Laura en lo que ella llamó el Cuadernito al inicio de la Congregación.

En las Constituciones actuales este fin esta explícito de la siguiente manera: El objeto de nuestra Congregación es buscar  la gloria de Dios en la santificación de sus miembros y salvación de los hombres, insertándonos en comunidades para la inculturación del Evangelio, según nuestro carisma misionero en la Iglesia.

Al reflexionar en las primeras  constituciones  nos llamaba la atención que nuestra  misión se desarrolla entre indígenas  y la labor  de las hermanas se extiende a todos hombres, mujeres y niños, también el trabajo con los campesinos y con aquellos que se encuentren en la ciudad, que han salido por diversos motivos y no reciban el acompañamiento de ningún grupo apostólico… Por lo tanto esto nos continúa invitando a retomar  la acción pastoral que se viene realizando  y revisar si responde a las nuevas necesidades emergentes de hoy, pues nos urge Saciar la Sed de Cristo en la proclamación del Reino entre los indígenas, no cristianos y marginados.

De ahí la apremiante necesidad de que las Constituciones sean eje central de la renovación, y, particularmente, un instrumento esencial e imprescindible durante la formación inicial y permanente. Al retomar el Capítulo sobre comunidad misionera descubrimos que la base principal de nuestras relaciones fraternas es el amor  fundamentado en Cristo Sediento, que se refleja en actitudes concretas como el perdón, justicia,  compasión, aceptación en la diversidad y  desde la diversidad, en el respeto a los procesos de cada persona haciendo que nuestra vida Consagrada sea más fecunda, sin perder la capacidad de ser  mujeres que vivan la ternura y  generen cambios y nuevas alternativas para un nuevo estilo de vida consagrada.

Son muchos los desafíos  en la Congregación para dar continuidad al proceso de reestructuración desde la interprovincialidad, llamando a una forma de vida que supone una dinámica espiritual capaz de llegar a crear comunión. Pues la interprovincialidad es un espíritu, una actitud, que nos invita a superar el provincialismo, el individualismo y diluir el personalismo, para llegar a vivir las siguientes etapas.

  • Conocernos para acogernos y luego pasar
  • Del acogernos al colaborar
  • Del  colaborar, al integrarnos, sintiéndonos una sola familia con un único fin.

Del  integrarnos pasar con alegría, esperanza, generosidad, disponibilidad,  al servicio para gestar vida y vida en abundancia.

Todo esto desde una actitud de humildad para reconocer  y asumir nuestra debilidad y sentirnos necesitadas  unas de las otras y  del otro. Sin separaciones, ni divisiones que a veces hemos creado nosotras mismas.

Estos pasos nos desafían y nos retan a abrirnos y vivir con nuevas estructuras que sean flexibles y diferentes a  las existentes, metodologías nuevas en la formación de acuerdo a la realidad actual y así vivir la interprovincialidad sintiéndonos una  familia, una sola congregación, en donde no se marquen tanto  las diferencias, no nos limiten las fronteras, provincias, economía,  trabajo pastoral, (eliminando actitudes de poder individualismos y  autosuficiencia).

La semana de reflexión sobre las Constituciones se desarrolló con una metodología  creativa, dinámica a través de lecturas de documentos actuales, videos, dialogo, cantos, espacios de oración, trabajos personales,  en equipos  y desde el aporte de cada una.

La invitación fue  a recibir nuevamente nuestras  Constituciones, leerlas y aprenderlas, comprenderlas con la mente, guardarlas en el corazón, vivirlas con pasión  encontrando en ellas el vigor de la vida misionera  así como el adelanto en el camino del Señor, que es la santificación propia. Ése es el reto al que nos enfrentamos todas las Lauritas al emitir nuestros votos. Nos comprometemos públicamente a vivir en la Congregación “según sus Constituciones” y a intentar  vivirlas con intensidad.

 Las invitamos hermanas para que  sigamos unidas apostándole a lo nuevo que el Espíritu nos va suscitando en el interior de nuestros corazones para ser  una verdadera familia Laurita  unida y solidaria.  Viviendo con coraje y audacia, continuemos aportando desde nuestro testimonio de vida para emprender y  continuar nuevos caminos en este proceso.

 Esto podrá llegar a ser realidad sólo si las Constituciones las convertimos en “la referencia inmediata de nuestro proceso formativo y si, ya desde los inicios de la formación, nos acostumbramos a familiarizarnos con este libro, que es nuestra principal carta de identidad en la Iglesia, la acogemos con el corazón, como palabra de vida que es, y las llevamos a la práctica. De ahí que han de ser asumidas en continuidad de vida con ese don del Espíritu otorgado a Laura Montoya, a las primeras compañeras, que tenían idéntico espíritu al suyo, y a los que sucesivamente continuaron y continuamos, adhiriéndonos a la comunidad a lo largo de los años.

 Vivamos pues en fidelidad  y creatividad el Carisma Congregacional.

Fraternalmente,  Hermanas  en Cristo

Hermanas Junioras- Curso de Votos Perpetuos – Caracas – Venezuela


             



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